terça-feira, 8 de agosto de 2006

...mientras abría la puerta del taxi, en su mente volaban miles de esperanzas, tal vez algo mejor la esparaba allá. El sujeto que conducía la miraba por el espejo retrivisor, ya se había dado cuenta de que ella se encontraba un poco nerviosa.
-¿Le sucede algo señorita?- preguntó el taxista sin más ni más.
-No, no, estoy bien, no pasa nada.

Pero por su mente pasaban miles de cosas...


Una hora de camino para poder llegar al aeropuerto, llegó y se bajó corriendo del taxi, apurada por tomar el avión que hasta el cambio olvidó. De allí en adelante toda su vida cambiaría...



Tenía dos semanas que no paraba de llover, estaba harto de eso, por culpa de la lluvia sus planes de viaje no habían salido como lo esperaba, el vuelo se había retrasado, ni modo tendría que esperar a que la lluvia cesara, aunque a veces tenía el presentimiento de que no debía hacer ese viaje. ...

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